Nuestras células se metabolizan y producen gran cantidad de radicales libres a lo largo de nuestra vida. En símismas, estas moléculas que el cuerpo libera no son malas. De hecho, nuestro organismo las fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus.
El problema llega cuando hay un exceso de radicales libres, provocado normalmente por agentes externos: la contaminación, el tabaco o una alimentación muy grasa, entre otros. El estrés también aumenta la formación de estas moléculas, así que vale la pena tomarnos la vida con más tranquilidad…
El resultado más inmediato y evidente de la acción de los radicales libres es la pérdida de elasticidad en la piel, que se vuelve más arrugada y menos luminosa.
Para absorber y neutralizar la acción nociva de los radicales libres, el organismo produce sustancias antioxidantes. Cuando el equilibrio entre ambos se rompe, en procesos que se acumulan con el paso del tiempo, se da un mayor envejecimiento.
Antioxidantes: el mejor aliado
El organismo es incapaz por sí solo de neutralizar el exceso de radicales libres. Para ello recurre a la reserva de nutrientes que hoy conocemos como antioxidantes. Así que la mejor forma de evitar el exceso de radicales libres es mantener una dieta sana y equilibrada, rica en antioxidantes.
Entre los más destacados tenemos las vitaminas C,y E, el selenio, el zinc y los carotenos, junto a un sinfín de sustancias descubiertas en los frutos rojos, en las verduras de hoja verde, en el té verde, entre otros.
En el próximo post os dejaremos una lista de varios alimentos ricos en antioxidantes que podéis ir pensando en agregar a vuestra dieta si es que ya no los consumís.
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